55_ El lugar del otro.

Joaquín, había recibido ayer a la noche en su casa, cuando volvió de trabajar, la factura del seguro de su auto. Le habían aumentado la cuota en un 20%, pero lo que era peor, le habían bajado la suma asegurada en un 3%. Ahora Joaquín, caminaba a la parada de colectivos que lo depositaría en su trabajo. Me aumentan la cuota por estos tres meses, y me bajan la suma asegurada del auto, son unos hijos de puta; pensaba Joaquín que se subía al colectivo 17 para ir a trabajar, llevando en su mano derecha, la factura de la compañía de seguros The Box, apretándola de la bronca.

Un peso veinticinco; le dijo Karina al chofer de forma automática como lo hacia todas las mañanas. Ese día Karina se había levantado de un especial mal humor, no sólo porque había discutido con su novio la noche anterior, sino porque definitivamente odiaba ir a trabajar, en realidad odiaba ir al trabajo que le había tocado en desgracia. Había estudiado Comunicación Social, y mientras tanto, para bancar sus estudios había entrado a trabajar en un call center. Se había recibido, pero cuando salió a buscar trabajo, le pedían cierta experiencia (que no tenía) o le decían que como tenía que arrancar de cero, debía demostrar si era buena y en un principio debía hacer periodismo por dos pesos con cincuenta o gratis (y no podía). Entonces, ese mientras tanto, se hizo su eterno presente. Odiaba su eterno presente.

Un peso veinticinco; le repitió Karina al chofer de forma automática como lo hacia todas las mañanas, puso las monedas pero la de veinticinco centavos, pasaba, pasaba y pasaba. Parecía que la moneda se divertía de forma gratuita, jugando a un mágico tobogán para monedas, que nosotros los humanos nunca entenderíamos.

Mami, poné otra moneda, dale que tengo que seguir y la gente no puede subir; aulló el colectivero, mientras le daba una seca a un cigarrillo prohibido. No tengo otra moneda, está máquina anda para el orto; le contestó Karina, que apenas terminó de pronunciar la última palabra sintió que Joaquín le tocaba el hombro y gentilmente le ofrecía una moneda de veinticinco centavos. Karina la recibió, la introdujo en la máquina (mala suerte la de esa moneda! No pudo jugar al tobogán como la anterior, sino que terminó cayendo, como la mayoría, en un estanque repleto de metal de diferentes colores. Dicen que pensó en suicidarse del aburrimiento, tragándose una moneda de cinco centavos –que como son las más chiquitas algunas monedas más grandes, se abusan de ellas… pero eso creo que es para otra historia).

Karina le agradeció a Joaquín y quiso darle la moneda de veinticinco centavos que jugaba en el tobogán caprichosa, pero Joaquín, ya con su boleto en la mano, le dijo; Pero si es trucha, es como que me des un pan de pancho sin salchicha y mordido, para qué lo quiero? Se rieron, aunque Joaquín pensó que había hecho una de las peores comparaciones de la historia.
El destino, o sino queremos darle tanta vuelta al asunto, el hecho que quedaran sólo dos asientos vacíos, uno al lado del otro, hizo que se sentaran juntos.
Charlaron lo que duró el viaje de Joaquín, quien fue el que se bajó primero. Karina, debía bajar unas 15 cuadras más adelante.

Mientras entraba a su oficina, Joaquín, repasaba mentalmente la conversación que había tenido con Karina. Nada relevante, no daba para pedirle el mail o el teléfono. Habían hablado de lo mal que funcionaban las cosas: Monedas truchas, un chofer de colectivos fumando cuando estaba prohibido, etc. Cosas triviales. Fue una charla de ascensor en un colectivo.

Joaquín se sentó en su escritorio, olvidándose completamente de Karina y lo primero que hizo fue llamar a The Box. Después de marcar, ceros, cuatros, tres y demás números por las infinitas opciones que brindaba la voz que sonaba en el auricular, Joaquín consiguió escuchar el clásico tono que uno escucha cuando cree que el teléfono está sonando del otro lado.

“Todos nuestros operadores están ocupados. Aguarde un instante y será atendido”.

Esperó. Esperó y esperó. Joaquín cortó, ya que el instante para The Box, no duraba lo mismo que un instante para él.

Joaquín se reunió con un cliente. Apenas terminó la reunión, comenzó el mismo proceso para llamar a The Box.

Karina tenía un llamado entrante, pretendió hacer que no lo escuchaba y que no veía la luz en su computadora que le indicaba quien y porque llamaba. Finalmente lo tomó.

Karina: The Box, buenos días. Mi nombre es Karina, en que puedo ayudarle?
Joaquín: Si, buenos días Karina. Estaba llamando porque yo tengo el seguro con Ustedes (Karina, en ese momento pensó: No me jodás? Pensé que yo era Julián Weich, y me llamabas para ver si te ganabas el departamento usando un puto cronómetro). El tema es que me llegaron las cuotas para los próximos tres meses y me aumentaron la misma en un 20%!!!
Karina: Si señor, todos nuestros asegurados han tenido un ajuste similar. Sencillamente, esto se debe a los aumentos en la parte de responsabilidad civil.
Joaquín: Pero si la responsabilidad civil no aumenta. Es de $3.000.000? Qué tiene que ver?
Karina: Señor, el aumento se debió al ajuste que se hizo a su póliza, en la parte de responsabilidad civil.
Joaquín: Si, te escuché. Pero es ilógico, ya que la responsabilidad es de $3.000.000. Es por ley. No entiendo, me podrás explicar.
Karina: (pensando que ella no era maestra particular de nadie) Señor, el aumento se debió al ajuste que se hizo a su póliza, en la parte de responsabilidad civil.
Joaquín: (pensando que del otro lado del teléfono tenía un lorito, al que le faltaba cantar la marcha peronista). Escuchame, no me contestás lo que te pregunto… pero sabés que, dejalo así, no debés tener la más puta idea. Ahora te hago otra pregunta, si el aumento a mi póliza fue por un reajuste el responsabilidad civil, por qué me bajaron el monto de la suma asegurada en un 3%? Me bajan la suma asegurada y me aumentan la cuota del seguro?
Karina: Señor, el aumento se debió al ajuste que se hizo a su póliza, en la parte de responsabilidad civil.
Joaquín: Pero me volvés a repetir eso y me ahorco con el cable del teléfono.
Karina: El aumento se debió al ajuste que se hizo a su póliza, en la parte de responsabilidad civil.
Joaquín: me estás cargando??? Vos me estás cargando??? Sabés qué? Yo entiendo que vos no tenés la culpa, que el aumento no lo haces vos, y vos tenés que poner la cara por unos imbéciles que te deben pagar dos mangos, pero esto es cualquier cosa. No puede ser así. Es una falta de respeto hacia el cliente. Todo es una falta de respeto: El aumento, que tengan a una boluda atendiendo el teléfono…
Karina: Señor, no me insulté por favor. Lo estoy tratando con respeto.
Joaquín: No, no me estás tratando con respeto. No me contestás una mierda de lo que te pregunto, repetís como un loro la misma frase todo el tiempo y no me das una solución.
Karina: (silencio)
Joaquín: Sabés qué? Ojalá que al menos el 0.1% de lo que me aumentaron, sirva para que aumenten el miserable sueldo que debés tener, en ese trabajito patético de mierda que tenés.
Karina: (silencio)
Joaquín: Decile a todos los que tenés ahí que se vayan a la mierda! (cortó)
Karina: Gracias por comunicarse con The Box. Que tenga un buen día (cortó, y sabía que del otro lado no había nadie, pero estaba obligada a cerrar así las conversaciones con los clientes).

(Unas 8 horas más tarde).

Joaquín llegó a su casa. Decidió ducharse. Se frotaba el jabón contra su cuerpo de forma salvaje, como si de esa forma pudiese borrar la indignación y la bronca que le había producido su llamado a The Box.

Karina llegó a su casa. Decidió ducharse. Se frotaba el jabón contra su cuerpo de forma salvaje, como si de esa forma pudiese borrar la indignación del llamado telefónico de ese cliente idiota.

Joaquín cenó. Vivía solo.

Karina cenó. Vivía con su novio, pero esa noche, había ido a jugar al fútbol con sus amigos.

Joaquín prendió su computadora, y comenzó a escribir algo en Word para publicar en su blog.

Karina prendió su computadora, y comenzó a escribir algo en Word para publicar en su blog.

Ambos, tenían un blog, donde transcribían sus asuntos personales. Era como un diario íntimo, al que todos tenían acceso, pero paradójicamente el anonimato de la internet les hacía creer, que de todas formas los secretos contados, seguirían estando ocultos, por siempre (aunque a veces se reservaban datos, como en los escritos que estaban a punto de comenzar).

Joaquín escribió. Karina escribió.

Hoy llamé a una empresa para hacer un reclamo (no quiero decirles cuál es la empresa porque quizás por escracharla en mi blog, me coma un juicio). Hoy llamó a la empresa donde trabajo (que no quiero decir cual es, porque a ver si me sacan la ficha y me rajan a la mierda!!), un cliente bastante alterado. Como estoy en atención al consumidor, no me quedó otra que atenderlo. Era un gil. Me atendió una boluda. No viene al caso, el porqué de mi llamado o mi reclamo. No viene al caso el porqué de su llamado o reclamo. Lo que si viene al caso, es que estás empresas ponen a boludas a repetir un speech del orto, y te dan ganas de matarlas. Lo que si viene al caso, es que estos clientes no se dan cuenta que la empresa para la que trabajo me pone a mi a repetir speechs del orto, y te dan ganas de matarlos. Yo se que la boluda que me atendió no tiene la culpa de nada, que seguro la empresa donde trabaja la está cagando con el sueldo, que la negrean. Yo se que el pelotudo que atendí no tiene la culpa de nada, que seguro la empresa donde trabajo lo está cagando. Ahora yo preguntó: Ella no se puede poner en mi lugar? Ahora yo pregunto: Él no se puede poner en mi lugar? Ella no puede entender, que no necesito un speech aprendido de memoria, sino que necesito una solución? Él no puede entender que no me dan otra cosa que un speech para que me lo aprenda de memoria y no puedo brindarle una solución?. Obviamente la insulte de arriba abajo. Obviamente me insultó de arriba abajo. Era necesario. Era necesario?. Repito: No se podía poner en mi lugar y entenderme?

Joaquín publicó la entrada. Se llamaba: "El lugar del otro".

Karina publicó la entrada. Se llamaba: "El lugar del otro".

Joaquín se fue a lavar los dientes y volvió. Actualizó su pc, esperando encontrar el primer comentario. Nada. Decidió luchar contra el sueño, y se puso a leer los blogs que seguía habitualmente.

Karina se fue a lavar los dientes y volvió. Actualizó su pc, esperando encontrar el primer comentario. Nada. Decidió esperar a su novio, y se puso a leer los blogs que seguía habitualmente.

Joaquín, vió que La Comunicadora Frustrada, había actualizado su blog. Siempre la leía. Escribían parecido, corto, y eso a él le gustaba. Joaquín no sabía que ese era el blog de Karina.

Karina, vió que Disparando contra la Corriente, había actualizado su blog. Siempre lo leía. Escribían parecido, corto, y eso a ella le gustaba. Karina no sabía que ese era el blog de Joaquín.

Joaquín, leyó sin percatarse que prácticamente habían escrito lo mismo.

Karina, leyó sin percatarse que prácticamente habían escrito lo mismo.

Joaquín, comentó: TENÉS RAZÓN COMUNICADORA. PARECE QUE HOY EN DÍA PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO ES ALGO IMPOSIBLE. A NADIE LE IMPORTA.

Karina, comentó: TENÉS RAZÓN DISPARANDO. PARECE QUE HOY EN DÍA PONERSE EN EL LUGAR DEL OTRO ES ALGO IMPOSIBLE. A NADIE LE IMPORTA.

Joaquín entró a You Tube a ver videos idiotas, hasta que perdió la lucha contra el sueño, y se fue a dormir.

Karina, le abrió la puerta a su novio, que había llegado bañado del partido de fútbol, y además traía unos chocolates, tratando de disculparse por la pelea de la noche anterior. Se fueron a dormir.



Estoy con insomnio. Me gusta leer blogs, los que escriben bien. Veo que La Comunicadora Frustrada y Disparando contra la Corriente, actualizaron y escribieron. Los leo. No se nada. No se lo que pasó entre ellos. Sólo los leo. Leo sus comentarios: El de La Comunicadora en el blog de Disparando y el de Disparando en el blog de la Comunicadora. Decido comentar en ambos blogs, haciendo copy paste:

Definitivamente no podremos nunca ponernos en el lugar del otro, nunca. Será imposible mientras ni siquiera le prestemos atención a nuestras propias sombras que chocan por la calle, y ni siquiera se piden disculpas.

no importa quien soy